Elecciones 2015 en México: cuentas y cuentos de un árbitro cuestionado

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Ricardo V. Santes Álvarez
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El electorado mexicano ha dado signos de un descontento muy importante que se está fraguando entre amplias capas de la población; Peña Nieto tiene que tomar buena nota de ello. (El País, 9 de junio de 2015)
 The PRI’s position is further strengthened by the success of its staunch but controversial ally, the Green party […]. Throughout the election campaign, the Greens lived up to their reputation of political dirty tricks and opportunism, repeatedly breaking rules on political advertising despite several fines from the electoral authorities. (Jo Tuckman, The Guardian, 8 June 2015)

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El proceso electoral del domingo 7 de junio concluye formalmente, una vez realizado el conteo de rigor y que los candidatos triunfadores empezaron a recibir sus constancias respectivas. Se disputaron 500 escaños de diputados federales, 17 congresos locales, 9 gubernaturas, 16 jefaturas delegacionales en el D.F., y más de mil alcaldías.
Los resultados no escaparon a lo esperado en el balance general. Se preveía que el partido en el gobierno conquistaría la mayoría de los puestos en disputa, lo cual consiguió. Asimismo, que su aliado, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), lograría buen número de escaños por razón de su salvaje campaña de promoción que, como se demostró, estuvo llena de ilegalidad de principio a fin. Lo hizo. Conforme al cómputo distrital, de los 300 distritos electorales el PRI se queda con 25, pero en alianza con el Verde logra 160 más; en adición, el Partido Nueva Alianza (PANAL), otro amigo del tricolor, conquistó un distrito; y es notorio que el PVEM, por sí mismo no logró uno solo. En síntesis, el PRI consiguió la mayoría del Congreso y de los distritos, de la mano de sus aliados acomodaticios.
En la cúpula del tricolor debe haber preocupación, pues la elección intermedia ratificó que, por sí solo, le es cada vez más difícil hacer mayoría. Que la tendencia en el porcentaje de sus votantes durante los últimos 24 años ha sido a la baja; y que el costo del aliancismo le sale alto. Esto último, no en términos económicos (que para eso, hay dinero, y mucho), sino en cuanto a capital político; pues su ominosa defensa (el que calla, otorga) del aliado verde le ha mermado aún más su vestigial prestigio. Si a lo anterior se aúnan los escándalos “casas por aquí, casas por allá” y “contratos por aquí, contratos por allá” de sus activos más encumbrados, es comprensible aseverar que, ganando, el PRI va perdiendo; y si esa inercia sigue, en el 2018 habrá fracasos.
Del PAN no se contemplaban grandes logros, el escenario previsible era que mantuviese su nivel de votación. La tendencia fue negativa. De hecho, desde el triunfo de Vicente Fox en el año 2000, al 2015, el porcentaje de votos a favor del azul ha ido decreciendo. Pese a todo, el panismo se conserva como segunda fuerza en el Congreso y consigue triunfos en 55 distritos. Su mayor reto es atender las heridas internas, donde los grupos antagónicos siguen dándose hasta con la sartén, obedeciendo más a intereses individuales y de grupo que a los de la organización política. La pugna más conspicua, entre el ahora Diputado y aún presidente del partido, Gustavo Madero, y ex-presidente Felipe Calderón, sigue muy caliente. El anuncio de la Sra. Margarita Zavala de que buscará la presidencia de la República, tensa aún más el ambiente, pues deja en claro que el grupo calderonista ya se hartó de los desfiguros maderistas. Es más, la esposa de Calderón no dice si abanderaría al PAN.
Del PRD se vaticinaba un declive en las preferencias electorales, pues el sol azteca perdió la brújula tiempo atrás y optó por alinearse a los intereses del gobierno. Miembros renombrados, y muchos seguidores, se manifestaron inconformes y, por eso, se avisaba que el 7 de junio le pasarían la factura. Sucedió. El PRD cayó muy abajo en el escenario nacional: de un máximo histórico que logró en 2006, con cerca del 29% de la votación, en 2015 se precipitó a poco menos del 11%.
La desgracia mayor para los perredistas es que dejaron de dominar la escena política de su otrora principal bastión, el Distrito Federal. Ceden su lugar al PRI y al PAN, pero sobre todo, a la nueva fuerza política de izquierda, MORENA, que ahora será mayoría en la Asamblea Legislativa. No sólo eso, MORENA da la sorpresa y pasa a ser la cuarta fuerza en el país, apenas atrás de “los grandes”. En la capital, conoceremos las virtudes negociadoras del Jefe de Gobierno, Miguel Mancera frente a la nueva legislatura.
La reciente elección deja enseñanzas, que seguirán comentándose por las muchas cosas que acontecieron. Menciono como ejemplo el desempeño del INE y su estructura informática, que habría de encargarse del conteo de los resultados distritales. Como se recoge en la nota de Claudia Herrera, del periódico La Jornada, del 13 de junio, el presupuesto asignado por el instituto para el funcionamiento de la Unidad de Informática, responsable del cómputo, es simple y sencillamente, estratosférico: 574.5 millones de pesos. Tan sólo para la elección 2015, el INE asignó a dicha unidad la friolera de 183 millones de pesos.
Pues bien, da la casualidad que, pese a tan abultado presupuesto, el sistema falló. Y ¡qué falla! En una serie de eventos no sólo desafortunados sino francamente surrealistas, el servicio de internet ofreció, primero, una contabilidad distrital con un porcentaje de ¡100.65%! Luego, se pretendió corregir el error mediante la opción de intranet. Pero más adelante, intranet corrió la misma suerte: “se cayó” (caída provocada, tal vez, por una emoción al clímax, producto del 100.65%). Sin embargo, sobre este frijol en el arroz los consejeros del INE argumentaron que se trató de una falla “sin consecuencias”.
Retomando la nota de Claudia Herrera, se lee la declaración de un consejero, que lamentablemente abona poco a incrementar certidumbre sobre la solidez de las instituciones:
El sistema de información ha venido perfeccionándose con el tiempo y esta experiencia va a servir para hacer los ajustes y las modificaciones […] para que el sistema funcione impecablemente en los siguientes procesos.
¿Cuántas veces hemos escuchado esa cantaleta? El consejero invita a evocar la “caída del sistema” de 1988, o los intempestivos cambios de la contabilidad en una madrugada de julio de 2006. Como alternativa, propone ser optimistas de que las cosas llegarán a perfeccionarse… algún día.
Tal como pasa cuando se intenta justificar los recurrentes fracasos de la selección nacional de fútbol, hoy “dirigida” por quien desde el domingo 7 se nombra #PiojoVerde. Porque no es fácil olvidar que al final de participaciones fallidas, sea en una Copa América, una Copa de Oro, o un Mundial, los responsables aseguran que, “se aprendió mucho” que el torneo dejó “muchas enseñanzas”, que fue “una gran experiencia”, que “nos servirá… para la otra, y “para la otra”, y luego otra vez “para la otra”, y así ad infinitum, sin que el país pueda transitar a una etapa mejor. Ni en ese, ni en ningún ámbito.
Aquí cabe preguntarse si lo malhecho por el INE no debe tener consecuencias; pues el presupuesto que asignó a su unidad de informática para el conteo NO ES del INE; es dinero de todos los mexicanos que pagamos impuestos. Y por cierto, vale recordarle a los señores consejeros, liderados (es un decir) por el Dr. Lorenzo Córdova, que los jugosos e inmerecidos salarios que perciben salen, igualmente, de nuestros impuestos; y que su desempeño de ninguna manera honra esos esfuerzos.
La rendición de cuentas es una condición de la democracia a la cual las autoridades mexicanas dan oídos sordos. Los ciudadanos debemos ayudarles a comprender su error. No queda de otra, porque el 2018 está cerca.

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Fecha de publicación en otros medios: 14 y 15 de junio de 2015                                                  
Ver: Plumas LibresInfolliteras
Twitter: @RicSantes

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