COVID-19, un reto a la responsabilidad de todos
La emergencia sanitaria que a principios de año sorprendió al mundo va dejando una lamentable estela de pérdidas humanas. Pone en evidencia que, independientemente del grado de desarrollo, no existe un país suficientemente preparado para hacer frente con éxito total a un fenómeno epidemiológico como el que hoy vivimos. El nuevo virus, cuyo nombre formal es SARS-CoV-2 y causa la enfermedad Covid-19, pone en claro que todos los estados adolecen, en mayor o menor medida, de problemas estructurales que merman sus capacidades de respuesta ante un enemigo invisible que no reconoce fronteras geográficas o estatus socioeconómico; diferencias de género, edad, o raza; ni mucho menos respeta posicionamientos ideológicos. Con el correr de los días, el epicentro de la epidemia, o mejor dicho pandemia, ha ido moviéndose en el planeta; desde su sitio de origen en Wuhan, China, pasó a Italia y luego a Nueva York. En esa vorágine, Brasil es el epicentro del contagio en América Latina, aunque también destacan México, Ecuador y Argentina entre los más impactados. Cabe señalar que el gobierno mexicano venía tomando prevenciones en torno al asunto desde que se conoció el brote epidémico en Wuhan, el 31 de diciembre de 2019; y que los focos de alerta se encendieron cuando el Centro para Prevención y Control de Enfermedades de Estados Unidos informó a su par mexicano, el 28 de enero, del caso de un ciudadano chino, quien había viajado de Los Ángeles, California, a la ciudad de México el 20 de enero, retornando dos días después con síntomas positivos a Covid-19, los que le fueron detectados a su arribo. Lamentablemente, las autoridades mexicanas no fueron notificadas con pertinente antelación. Las noticias negativas se fueron incrementando con el paso de los días. Luego de ocho semanas de presencia del SARS-CoV2 en el territorio, el martes 21 de abril la Secretaría de Salud informaba cifras de más de 9500 casos confirmados, más de 8200 sospechosos, y más de 850 defunciones; por tanto, conforme con el seguimiento diario que realiza, la autoridad federal declaró que a partir de ese día el país entra en la fase tres de la pandemia, caracterizada porque en esta etapa se dará la mayor cantidad de contagios. En la acostumbrada conferencia mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador, el subsecretario de salud, Dr. Hugo López-Gatell señaló que, aunadas a las medidas vigentes de la Jornada Nacional de Sana Distancia, que arrancó en el mes de marzo, habrá otras disposiciones que deberán acatarse en todo el país, con el propósito que las afectaciones a los ciudadanos sean las menores posibles. Subrayó asimismo la importancia de que los servicios no se saturen y puedan brindar la atención que se les demande. Es así que la fase tres inicia a la par que el acuerdo realizado previamente con hospitales privados, los que pondrán a disposición de los pacientes, con necesidades o padecimientos que no sean Covid-19, más de 3 mil camas. La crisis epidémica que vive México obliga a realizar un análisis preliminar de la manera como se le está enfrentando por parte de los diferentes órdenes de gobierno, así como por parte de los sectores económico y social; análisis que se signifique como punto de partida para una evaluación integral de desempeño de cara a la problemática. En otras palabras, identificar qué ha funcionado y qué no para corregir yerros y estar mejor preparados en el futuro. Las evidencias que se documentan a lo largo y ancho del país, donde algunos empresarios desestiman los llamados de la autoridad y presionan a sus empleados para que continúen asistiendo a laborar aun cuando la actividad realizada no sea esencial, representa una seria amenaza para la salud de la población en general. Similarmente, qué podemos decir de aquellos que, sin necesidad de salir, de manera inconsciente desoyen el llamado a quedarse en casa. Es verdad que los gobiernos de los tres órdenes, federal, estatal y municipal, tienen la principal responsabilidad en evitar que la epidemia se salga de control; pero no debe ignorarse que en momentos tan complicados todos los ciudadanos tenemos también la responsabilidad de ayudar a combatir la crisis sanitaria. Y la razón es simple: la vida de muchos, incluyendo la propia, está de por medio. |
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