El gobierno que merecemos
Ricardo V. Santes Álvarez
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Dedico este premio a mis compatriotas en México. Ruego para que podamos tener el gobierno que merecemos.
Alejandro González Iñárritu, Oscar al Mejor Director por la película Birdman, 2015.
Las evasivas gubernamentales
Los sangrientos acontecimientos de Tlatlaya e Iguala, así como los resultados de las subsecuentes “investigaciones”, mantienen al poder político sumido en el desprestigio. No es para menos: el cerrarse a la crítica y demeritarla, apelando al olvido, son artilugios que no han funcionado. Dos ejemplos recientes:
(1) Al informe sobre México del Comité de Naciones Unidas contra las Desapariciones Forzadas, que expresa preocupación por la impunidad inocultable, la Secretaría de Gobernación respondió que es inexacto y no abona a confrontar los retos.
(2) Las delegaciones de la reunión interparlamentaria México-Unión Europea conminaron al gobierno federal a no cerrar el caso Ayotzinapa, hasta en tanto se tenga una investigación con resultados confiables. Un senador priísta dijo que no se puede requerir investigar lo que ya se investigó; además, que presentó a los eurodiputados el video de la PGR con “la investigación”, pues algunos hablaron de algo que desconocen.
En uno y otro caso, se reprocha la crítica y se desacredita al declarante. Pero eso sí, se duelen las autoridades que desde afuera no llega la receta del qué y cómo hacer para salir del pantano.
¿Acaso no se comprende que la cerrazón es inviable? La Unión Europea no quitará el dedo del renglón. A estas horas ya está en el territorio Christoph Strasser, comisionado de Derechos Humanos de Alemania, para reunirse con los familiares de los estudiantes desaparecidos, además de los encuentros oficiales, lo que muestra que el tema de los derechos humanos es fundamental para Alemania.
Las amenazas castrenses
El poder militar no está complacido sobre el rumbo de las cosas. Tlatlaya e Iguala son dos lozas muy pesadas. Baste recordar que, ante la sospecha de la participación del ejército en la desaparición de los normalistas, los familiares declararon que entrarían a los cuarteles.
La reacción no tardó. El 9 de febrero, Salvador Cienfuegos, titular de la Secretaría de la Defensa Nacional, subrayó: “Hay quienes quisieran distanciarnos del pueblo. ¡Imposible! Somos uno y lo mismo, basta ver el rostro, la piel, el pensamiento y el corazón de cada soldado para ver que somos pueblo, somos México”. Diez días después, en el aniversario 102 del ejército, Cienfuegos afirmó que, ‘‘en ocasiones se nos ha señalado […] para tratar de desprestigiarnos y con ello dañar la confianza en nosotros depositada”.
Ante la gravedad de la sospecha, un discurso amenazador, oxidado, sin destinatario expreso, y hasta victimizado, es insuficiente para poner a flote al poder militar. Tampoco es útil una reivindicación más por parte de la presidencia, quien exonera a la institución castrense, al colocarle ‘‘por encima de cualquier sospecha o duda’’.
Don dinero al rescate
Es una realidad que los sectores militar y político se encuentran en problemas. Si el primero no satisface el cuestionamiento sobre Tlatlaya e Iguala, y no le oxigena recurrir al segundo porque éste se halla en peores condiciones (pesan mucho las “casitas”, la blanca, y la de Malinalco), no queda mas que recurrir al poder económico. Y si, como es evidente, los señores del dinero no han podido continuar con su vida cómoda en el país, tenían el compromiso de manifestarse a favor de “las instituciones”. Lo hicieron.
El viernes 13 de febrero, en encuentro privado con los secretarios de Defensa y Marina, en el Club de Industriales, en la capital del país, el presidente de la Concanaco Servytur, Enrique Solana Sentíes, se pronunció porque los cuarteles militares no se abran a los familiares de los normalistas; porque, “Si abrimos el último bastión que tenemos de defensa de este país […] a donde vamos a dar”.
Sí, el mismo Solana Sentíes que en diciembre de 2104 demandó que los padres de los normalistas aceptaran lo que el gobierno les diera y luego “darle vuelta a la página”, es quien ahora asume el papel de vocero del ejército.
Qué duda cabe que en momentos de tensión, la élite del poder se protege. Pero flaco favor hace a la institución militar el que los empresarios asuman su defensa y hablen por ella. Tanto como que el presidente se desgarre las vestiduras con el mismo propósito.
El gobierno que merecemos
Cuando los hombres del poder se reúnen en privado, en sitios exclusivos, para acordar sobre sus intereses, tenemos que suponer la existencia de tensiones en sus alcobas, o situaciones en su círculo que llevan a momentos de desequilibrio, por lo que necesitan reorientar el manejo de los hilos. Se trata de reacomodos en la “repartición del pastel”, de los cuales las personas de la calle son marginadas. Ese es el gobierno que tenemos, ¿lo merecemos?
En la entrega de los Premios Oscar, Alejandro González Iñárritu elevó su ruego “para que podamos tener el gobierno que merecemos”. Agregaría que todo depende de lo que nosotros mismos nos procuremos. El ejemplo del afamado director devela condiciones esenciales para mejorar las cosas: decisión, auto-confianza, trabajo, perseverancia, visión y organización social. Seguro que hay luz al final del túnel.
Twitter: @RicSantes
Fecha de publicación en otros medios:
23 y 24 de febrero de 2015