El negocio de la violencia en un Estado de simulación

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Ricardo V. Santes Álvarez

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[Enrique Peña Nieto y Barack Obama] coincidieron en señalar que las políticas de cada país influyen en su vecino y por eso Peña Nieto dejó claro desde el primer momento que su “gran compromiso con los mexicanos” es “la reducción de la violencia” mediante una “nueva estrategia” de seguridad y la construcción de una frontera “moderna y segura”
El Mundo.es, 28 de noviembre de 2012
 
El mes de noviembre de 2012, el ganador de la elección presidencial en México, Enrique Peña Nieto, se reunió con el recién re-electo presidente de los Estados Unidos, Barack Obama. La reunión fue de lo más tersa, cargada de elogios hacia uno y otro lado, lo que no podría ser distinto tratándose de la primera reunión entre inminentes jefes de Estado, quienes bien sabían que más adelante tendrían oportunidad de tratar, con detalle, diversos asuntos inherentes a la compleja relación bilateral.
Peña Nieto heredaría un país ensangrentado, con decenas de miles de muertos producto del desgobierno calderonista, de manera que su “gran compromiso con los mexicanos”, como afirmó, sería “la reducción de la violencia”. Serio desafío de cara a los destrozos que recibiría de su incompetente predecesor, por lo que el haber hablado de una “nueva estrategia” hacía abrigar esperanzas de que la inseguridad y la violencia disminuirían significativamente. Parecía también que, el hecho de pretender construir una frontera “moderna y segura”, de la mano del presidente estadounidense, era una vía adecuada, toda vez que, como se sabe y revelan estudios, entre el 70 y 80 por ciento de las armas con las que el crimen organizado pone en ridículo al Estado mexicano proviene de armerías estadounidenses.
Para quien guste manejar números, el estudio The Way of the Gun: Estimating Firearms Traffic Across the U.S.-Mexico Border, realizado por académicos del Trans-Border Institute, de la University of San Diego y del Igarape Institute, de Río de Janeiro, Brasil, publicado en marzo de 2013, reveló que, en promedio, 253,000 armas compradas en Estados Unidos van hacia el sur de la frontera cada año, y que el valor anual de ese comercio de contrabando es de US$127.2 millones. Eso no es todo, el estudio reveló que el margen de ganancia de las armerías en Estados Unidos es muy estrecho, por lo que sin el tráfico de armas hacia México los vendedores estadounidenses irían a la quiebra. Por otro lado, subrayó que en el vecino al sur solamente personal militar y policiaco tiene permitido usar armas de fuego y que su venta a particulares es supervisada por la Secretaría de la Defensa nacional (Sedena) mediante registro federal.
Tremendo garlito en el que Peña Nieto pretendió meter a Barack Obama, seguramente sin proponérselo, al hablar de una frontera moderna y segura; claro, si es que por aquello se refería a detener el flujo de artefactos de muerte hacia México, pues ¡estaría obstaculizando el comercio de uno de los productos de exportación más populares del vecino del norte!
La realidad demostraría que no había razón para que los dedicados y laboriosos vendedores de armamento estadounidenses se preocuparan. Durante la presente administración no hemos tenido noticias de que el tráfico Norte-Sur de esos productos sea cosa del pasado. Todo lo contrario, es un negocio vivo y dinámico; de hecho, México es tan generoso con los extranjeros que a lo largo y ancho del territorio puede encontrarse armamento de diverso origen, que satisface los más exigentes y sofisticados gustos de los violentos del país. Como el estudio arriba referido apunta, existen “fuentes alternas”, como Corea y China, así como armamento de la era soviética. Y qué decir del armamento de origen alemán utilizado en los dolorosos acontecimientos de Iguala.
Entonces, ¿dónde quedó el “gran compromiso con los mexicanos” referente a “la reducción de la violencia” que planteó Peña Nieto al iniciar su gobierno? Son ya muchas las evidencias que dan cuenta de un Estado mexicano que, hacia el interior, ha fallado a su deber esencial de proteger y dar bienestar a su población. Aún más, hacia el exterior, ha fallado a su obligación de defender la soberanía nacional.
Hoy queda suficientemente claro que el compromiso peñanietista de construir una frontera “moderna y segura” no fue elaborado para el territorio que “gobernaría”, sino para los estadounidenses. Y diga usted si esto no es así cuando, en febrero pasado, Peña Nieto envió al Senado de la República una iniciativa para reformar la Ley de Armas de Fuego, mediante la cual la Sedena podrá otorgar “permisos extraordinarios de ingresos de portación de armas para agentes de seguridad extranjeros que acompañen a jefes de Estado, de Gobierno, Ministros o equivalentes”. Además, la reforma permitirá “que funcionarios aduaneros o de migración extranjeros ingresen y porten sus armas de cargo en los puntos de ubicación aduanera y migratoria en territorio nacional”. El pasado ocho de abril, sin sorpresa, sin cambiar una coma siquiera, las comisiones unidas del Senado de la República aprobaron las reformas enviadas por el Ejecutivo ¿Más claridad sobre la sumisión de un poder “soberano”, el Legislativo, a los designios del Ejecutivo? Peor todavía, ¿más muestra de la sumisión de un Estado “soberano”, México, ante la gran potencia?
¡Qué lástima!, olvidemos la soberanía, la noticia es que los mexicanos vivimos en un Estado de simulación.
Mientras tanto, con entusiasmo alistémonos a cumplir con el deber ciudadano en esa fiesta cívica denominada Jornada Electoral, el próximo siete de junio. Por supuesto que, al final de la misma estaremos atentos al mensaje del comandante supremo, quien dirá que lo vivido ese día es una muestra más al mundo de los altísimos valores democráticos que hemos alcanzado los mexicanos. Francamente, deseo que ese día llegue cuanto antes, pues si tarda más de lo esperado, al paso que vamos corremos el riesgo de quedarnos sin candidatos, sin informadores, y hasta sin votantes; porque, un día sí y otro también, muchos connacionales mueren por vía de armas de todos colores y sabores, que nadie sabe cómo llegan a manos de los violentos.

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A propósito de ingresos ilegales: el caso Johnny Depp
“Mr. Depp has to either take his dogs back to California, or we’re going to have to euthanize them,” Australian Agriculture Minister Barnaby Joyce said. […] Depp’s status as a global icon doesn’t mean he can break the rules. “If we start letting movie stars […] to come into our nation then why don’t we just break the laws for everybody?”
The Huffington Post, May 14, 2015
Sólo como un ejercicio de comparación, traigo a colación lo ocurrido al actor Johnny Depp en Australia cuando, en viaje para rodar otra de sus famosas películas de piratas, arriesgó irresponsablemente a sus dos mascotas al pretender introducirlas ilegalmente en ese país. Vaya lección que le dio el ministro de agricultura australiano al argumentar que, no por ser famoso, podría violar la ley, la cual obliga a someter a cuarentena a todo animal que se quiera ingresar. Porque en todo caso, si a las estrellas del cine se les dejaba entrar violando la ley, pues entonces ¿por qué no simplemente dejar que todos la violen y listo? Depp tuvo que retornar sus mascotas a California.
Qué lejos está México de Australia, no sólo geográficamente, sino en estándares de cumplimiento de la ley. ¡Qué pena, Johnny!, ¿por qué no mejor vas a alguna playa mexicana a rodar tu película? Ten por seguro que tus mascotas no tendrán ningún problema para ingresar, incluso “armadas hasta los colmillos”.
Sin broma, me duele la situación de mi país y la forma en que lo han conducido gobiernos plagados de corruptos, cínicos, incapaces y apátridas. Si algo queremos hacer porque las cosas cambien, aunque sea un poco, votemos por ese cambio el próximo siete de junio. Y sí, hagamos que ese mensaje del Ejecutivo diga, al menos por una vez, la verdad.

 

Fecha de publicación en otros medios: 17 de mayo de 2015                                                  
Ver: Plumas LibresInfolliterasLos Angeles Press
Twitter: @RicSantes

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