El caso Korenfeld, o el uso indecente del encargo como una escuela de vida

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Ricardo V. Santes Álvarez

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Cometí un error inexcusable al utilizar un helicóptero de Conagua para transportarme al AICM [Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México]. Ofrezco por ello una disculpa pública. (David Korenfeld, Director de Conagua, en su cuenta de Twitter @David_Korenfeld, 01-abril-2015).

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Parece que los mexicanos perdimos la capacidad de asombro; o al menos, hemos dejado de preocuparnos por el momento en que los acontecimientos de la cotidianeidad nos coloquen donde inicia nuestra capacidad de asombro. Todo, gracias a las noticias que diariamente recibimos sobre los desfiguros, latrocinios, corruptelas y actos criminales de los actores de la vida pública, que acaso nos llevan a preguntar con qué mala nueva nos encontraremos al día siguiente.
.Y es que, a las groserías que alardean día tras día los funcionarios y los políticos, no es factible hallar explicación en la época, el color del partido, ni en la mayor o menor experiencia de los involucrados; vaya, ni siquiera en la coyuntura mundial, a la que frecuentemente recurren esos personajes para justificar sus falencias. Esas deplorables actitudes que tanto daño causan al país se han detenido en el tiempo.
Viene a la memoria un evento de junio del año 2001, cuando México, y ciertamente el mundo, todavía aplaudían el arribo de la alternancia en el poder. En aquel ayer, el Presidente y hoy impresentable Vicente Fox, se exhibió con el escándalo del Toallagate. Luego de incurrir en injustificable erogación para comprar toallas de baño a razón de ¡cuatro mil pesos la pieza!, en su programa “Fox en vivo, Fox contigo” el aludido comentó que, si la compra de las toallas (y otros artículos para la residencia presidencial) había sido una ofensa, “pues las tendré que pagar, las pago y listo, las [sic] pongo de mi bolsa”. En ese instante, el “adalid de la transición” nos hizo confrontar la dolorosa realidad, es decir, que la alternancia no extirparía el cáncer de gobernantes pestilentes, cínicos y corruptos, que hacen uso y abuso de los recursos públicos para beneficio particular. Que si son sorprendidos, con la soberbia que les da el poder omnímodo se llenan la boca al revirar que “total”, si la molestia social es por el gasto realizado, pues ellos pagan con su pecunia “y listo”.
Ni siquiera la oportunidad generada en la comunidad internacional, con la revitalizada promoción de regímenes democráticos (con gobiernos que rindan cuentas, sean transparentes, y pongan por delante las necesidades de la población), ha podido incidir en los patrones de conductas desaseadas de los gobernantes mexicanos, que desde lo más alto permean y pudren toda la estructura de poder y por ende, la administración pública y la vida en sociedad.
La prueba más reciente (por si faltaran) es el caso Korenfeld. Gira en torno al abuso de recursos públicos en que incurrió un funcionario federal de segundo nivel, David Korenfeld, director de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), quien fue descubierto utilizando un helicóptero de la dependencia a su cargo para fines personales.
Gracias a las redes sociales (no a Televisa ni TV Azteca, que esas ya sabemos para qué sirven), nos enteramos de tan impropia conducta del servidor público quien, ante la imposibilidad de ocultar lo inocultable, aceptó haber utilizado la nave de la dependencia. Por ello, a través de su cuenta de Twitter, se excusó públicamente, agregando muy en la vena foxista, que ya había procedido “a cubrir el costo por la utilización del helicóptero, mediante depósito a la Tesorería de la Federación”. Así nada más, sin señalar siquiera la existencia de un procedimiento normativo que le permitiera realizar tal acción. Él comete la falta, y solito se cuelga orejas de burro ¡como en Foxilandia, pues!
No parece extraño que el funcionario desconozca sus responsabilidades y compromisos (la ignorancia no es excepción en la actual administración), pero no por ello, su gracejada se dejó pasar. Por el contrario, detonó airada reacción entre representantes de la sociedad civil: “Es un descaro”, expresaron, demandando que Korenfeld reciba “un castigo ejemplar”. Coincido totalmente; la pregunta es si la Secretaría de la Función Pública (SFP), que ya tiene conocimiento del caso, sancionará al director de Conagua, de quien se menciona es persona muy cercana al presidente de la República.
La experiencia hace surgir el escepticismo, y pensar que, tal vez, David Korenfeld sea objeto de una penalización “pequeñita”, un leve jalón de oreja por parte de una SFP a cargo del amigo del secretario de Hacienda. En todo caso, ¿es un castigo leve y la continuidad en el cargo lo que aguarda la ciudadanía? Seguro que NO.
Como muchos mexicanos, pago impuestos, y lo que espero es que se utilicen para el desarrollo del país. Si, como bien dijo el aún titular de Conagua, es inexcusable el haberse aprovechado de los recursos públicos, esos que nuestros impuestos ayudan a conformar, entonces lo procedente es que no se limite a ofrecer disculpas e inventar excusas (como esa que su rodilla está mal, pues le aseguro que la mía está peor y a nadie le importa). Tampoco es conveniente que espere a que su jefe le diga “no te preocupes, David”. No, lo mejor es que haga lo correcto y renuncie. Ese sería el mejor servicio que pudiese brindar al país.

 

 Twitter: @RicSantes
Fecha de publicación en otros medios: 2 y 3 de abril de 2015
Ver: InfolliterasPlumas LibresLos Angeles Press

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