México, sin control ni rumbo

Brozo

Foto: siempreyo.com

RICARDO V. SANTES ÁLVAREZ

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Mire, presidente Henry Monster, no, no es ira lo que tenemos los mexicanos; no, no, no somos unos perros que agarraron a pedradas. Tampoco enojo, no, no, no somos… esteee… mujeres abandonadas. A las fallas de la autoridad, por desgracia, las fallas de la autoridad son el pan nuestro de cada día. Lo que sí hay, más que enojo   (¡naaahhjjjnnn!), ira (¡ahahaha!) es… ¡hartazgo! Porque ya nos consta a todos que la impunidad y la corrupción han llegado muy, muy lejos; y ya penetraron hondo, penetraron HONDO, en las instituciones del país. (Brozo, en Foro TV, 21 de julio de 2015)

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El lunes 13 de julio, en medio del sacudimiento provocado por la fuga de Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, alias El Chapo, en su programa matutino el conductor Víctor Trujillo, personificando al payaso Brozo, preguntó: “¿Alguien en el gabinete presidencial está pensando en renunciar? […] ¿Qué tiene que pasar en este país para que alguien renuncie?” El cuestionamiento hizo eco de lo que muchos pensamos respecto a la inmovilidad del presidente Enrique Peña Nieto, de cara a la deficiente administración que encabeza. Brozo remató su alocución sentenciando: “Hoy, México es mucho más inseguro que el viernes; y nuestras máximas autoridades están paseando de poca madre en París. ¿Quién gobierna? ¿En quién se puede confiar?”

Como si la manifiesta indignación-molestia-preocupación condensada en la pregunta del pintoresco personaje hubiese llegado directamente a los oídos presidenciales, el viernes 17 de julio, recién llegado de su paseo por Europa, Peña Nieto respondió. En la residencia oficial de Los Pinos, declaró que la actual no era una situación que se resolvería mediante enojo y llenos de ira; que había que asumir la responsabilidad que esto implicaba… pero sin enojo. No satisfecho con la alusión, el martes 21 de julio, Brozo sugirió al mandatario que no se equivocara, que no es ira lo que tenemos, sino hartazgo de su gestión.

Sin duda, muchos simpatizamos con la irreverencia del payaso, y no son pocos los que se declaran sorprendidos porque en Televisa haya quien critique de manera tan ruda, hasta soez, a la figura presidencial. Máxime que, como es sabido, la empresa ha colmado de elogios al mandatario en todo tiempo, soterrando o de plano ignorando sus no pocos yerros. La moneda de cambio, por supuesto, han sido los jugosos beneficios del erario que recibe la televisora. ¿Qué pasa ahora?

Algunos analistas han afirmado que la voz de Brozo no es propia; que tampoco es de Víctor Trujillo; que es voz de Televisa… o más bien, de su dueño, Emilio Azcárraga Jean. En consecuencia, el famoso gordinflón es utilizado por Azcárraga para manifestarle al presidente su molestia por algo que aún no se define con claridad, si bien se supone que tiene que ver con las reformas en materia de telecomunicaciones. Aunque puede que sea por algo más.

La experiencia nos dice que, en las alturas, el interés económico es lo único importante. En la medida en que los poderes formales y los poderes fácticos se mantienen en condiciones de confort, su relación es armoniosa y colaboracionista; y lo que ocurra en la base es intrascendente: ellos están bien. Sin embargo, cuando ocurre descoordinación, inconformidad o desavenencia al interior de la elite del poder, las consecuencias son de pronóstico reservado.

Al margen de clarificar si el payaso dice lo que dice por sí mismo o porque recibe órdenes, con frugalidad expresa lo que es vox populi. Pero en el presidente “de todos ustedes”, Brozo dixit, no hay mayor reacción. La pregunta sobre qué tiene que pasar para que en el gabinete ocurra una renuncia se mantiene viva.

Considero que el encargado de la seguridad del país, el secretario de gobernación, no necesita tener un poco de dignidad para renunciar; menos ahora que uno de los delincuentes más buscados del mundo se fugó enfrente de sus narices, poniendo en evidencia su ineficacia. Por su lado, el encargado de las finanzas, el secretario de hacienda, tampoco necesita una pizca de decencia para renunciar; especialmente, cuando la situación económica de México ha entrado en tremenda crisis; es decir, los sesudos pronósticos de crecimiento del señor secretario se han fugado por un túnel, como El Chapo.

En la misma línea, la encargada del bienestar social de los mexicanos, la secretaria de desarrollo social, no requiere de un mendrugo de vergüenza para renunciar; no ahora que las estadísticas nos revelan que, durante su gestión, el número de pobres se incrementó en dos millones. Y qué decir de la educación; para renunciar, el señor secretario no necesita recato; particularmente, frente a la aguda crisis en que se encuentra el sistema educativo nacional gracias a su inconmensurable negligencia.

Los “funcionarios a cargo” de las carteras enlistadas no necesitan tener un pellizco de dignidad para dejar el puesto (si tuvieran, ya se habrían retirado), pero es patente que alguien tiene que tomar la decisión de despedirlos. Alguien fuerte, pues el poder no lo ejercen los débiles.

En ese tenor, Televisa sabe muy bien de las flaquezas de Peña Nieto, y así lo evidenció públicamente cuando otro de sus empleados le preguntó a fines de junio, luego de ser intervenido quirúrgicamente por segunda ocasión en lo que va de su administración, “¿Quién está en el timón en este momento que el presidente está operado?” Pese a que la respuesta fue, “No, pues el presidente, Joaquín […] estoy al frente de esta actividad”, es la hora que no vemos a un jefe de Estado políticamente fuerte, en control y con rumbo.

Si la impresión es equivocada, urge entonces saber quién está al volante en este momento que: (1) inclusive en condición de fugado, un juez ha concedido amparo a Guzmán Loera para evitar su extradición a Estados Unidos; (2) continúan los asesinatos de periodistas; (3) el ejército sigue ejecutando civiles; (4) el país sigue sin crecer como se esperaba; (5) el desempleo avanza; (6) el dólar se cotiza casi en los 17 pesos, cuando al inicio de la actual administración el tipo de cambio era menor a 12.50 x 1; (7) incrementó el número de pobres: (8) la educación empeora día tras día (9) el sistema de salud acusa crisis; (10) el nivel de aprobación del presidente de la República se halla por el suelo.

Dado que no hay quien sepa conducir el país, se entiende que las cosas van por tan desgraciada vía, y que los incapaces del gabinete sigan ahí. No existe quien tenga los arrestos para demandarles su renuncia, menos para obligarles a cumplir su trabajo. Cada funcionario se conduce “por la libre” y, en consecuencia, el presidente queda atrapado entre camarillas rebeldes.

Respondiendo al payaso Azcárraga… digo Brozo, lo que debe ocurrir para que alguien del gabinete renuncie es que un mando superior lo controle. Y en el momento actual, Enrique Peña Nieto no tiene ese control. ¿Lo asumirá?

 

Fecha de publicación en otros medios: 2 de agosto de 2015                                                  

Ver: Los Angeles Press, Plumas LibresInfolliteras

Twitter: @RicSantes

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