2015, un año para el recuerdo
Yo creo que a tres años de distancia, no pienso hacer un balance de todo lo que hemos logrado, lo han escuchado ya en otros momentos, pero creo que hoy nos queda, por un lado, el balance de tres años de Gobierno, en donde ha habido logros importantes, en donde ha habido, al mismo tiempo, a lo mejor deficiencias en algunas acciones, pero al final de cuentas siempre mirando porque la sociedad mexicana tenga condiciones de mayor bienestar. Vienen hacia adelante tres años que, sin duda, espero nos permitan concretar y consolidar mucho del esfuerzo y de los cimientos que hemos edificado desde el inicio de esta Administración. Que sean tres años de consolidación de un país más avanzado, de mayor desarrollo, de más progreso y, sobre todo, de una mayor justicia y equidad entre la sociedad mexicana. Ese es el rumbo que tenemos claramente trazado.
(Enrique Peña Nieto, discurso durante el brindis con reporteros de la fuente presidencial, 23 de diciembre de 2015)
Termina 2015 y las expectativas de mejora en México para 2016 son pocas. La experiencia de los pasados 365 días, que se acumula a la de otros períodos similares, es abrumadoramente negativa. Mal andamos los mexicanos en muchos rubros y tal parece que en vez de salir del atolladero vamos seguros al despeñadero. ¿Pesimismo, negatividad, o ceguera frente a la realidad? Para nada. Veamos algunos datos.
ALIMENTACIÓN Y SALUD. Según la Unicef (ca. 2013), en México ocurre que “En el grupo de edad de cinco a catorce años la desnutrición crónica es de 7.25% en las poblaciones urbanas, y la cifra se duplica en las rurales”. Mientras que en la franja de población de adolescentes el problema ha disminuido, aunque se ha detectado un desequilibrio incrementado entre el norte y el sur, pues “la prevalencia de la desnutrición crónica es tres veces mayor en el sur que en el norte en esta franja de edad”. Y en materia de obesidad, la Unicef señala que en los infantes el problema ha crecido alarmantemente: “México ocupa el primer lugar mundial en obesidad infantil, y el segundo en obesidad en adultos, precedido sólo por los Estados Unidos. Problema que está presente no sólo en la infancia y la adolescencia, sino también en población en edad preescolar”. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, que realiza el Instituto Nacional de Salud Pública (la última, de 2012) apunta que el 35% (o uno de cada tres) individuos de entre 12 y 19 años presenta sobrepeso u obesidad. Lo anterior significa que poco más de 6.325 millones de adolescentes mexicanos manifiestan ese problema. La Unicef asevera que la obesidad es realmente preocupante porque, en el tiempo “favorece la aparición de enfermedades tales como diabetes, infartos, altos niveles de colesterol o insuficiencia renal, entre otros”. Si las cosas no cambian, durante 2016 la obesidad y la desnutrición crónica seguirán cobrando más víctimas.
EMPLEO. En este aspecto, las cosas tampoco han pintado bien, y parece muy difícil que mejoren. Según el #SemáforoEconómico del Observatorio México, ¿cómo vamos? si bien durante el primer semestre de 2015 el empleo aumentó en comparación con el año anterior, “El Estado mexicano todavía no puede garantizar que los jóvenes que inician su vida laboral encuentren empleo”. Aunque el #SemáforoEconómico afirma que de enero a julio los empleos formales aumentaron 8.7% en comparación con el año anterior, y el INEGI, indica que “en su comparación mensual, en el penúltimo mes del 2015, el desempleo a nivel nacional fue de 4.1% de la PEA, tasa inferior a la del mes precedente, de 4.3 por ciento” (El Economista, 24 diciembre de 2015), no es difícil coincidir con el Observatorio en el sentido que los empleos generados son insuficientes “para que quienes se incorporan a la población económicamente activa encuentren una opción laboral”; es decir, 2016 no puede percibirse como el año de satisfacción plena de la creciente demanda de empleo.
EDUCACIÓN. El año que termina devela un escenario poco enaltecedor en este renglón. El Informe de Capital Humano 2015, elaborado por el Foro Económico Mundial en un universo de 124 países, hace hincapié en la principal debilidad de México en materia educativa: La baja calidad de las oportunidades que el país ofrece a su población menor de 15 años (CNNExpansión, 13 de mayo de 2015). Es decir, nuestros niños y adolescentes se enfrentan al terrible panorama de la nula o mala educación, arropada por un Estado desinteresado en cultivar a esa franja generacional que, en pocos años, tomará las riendas de este desorientado barco. Si a lo anterior se adiciona el hecho que gobierno y educadores no alcanzan a acordar un diálogo civilizado que permita construir el necesario proyecto educativo nacional, muy pocos albergarán optimismo respecto a un cambio positivo durante 2016 o lo que queda de la administración de Enrique Peña Nieto. Porque solamente autoridades sordas y soberbias (¿verdad, Sr. Nuño?) pueden calificar de “histórica” una jornada de evaluación docente cuando a la misma asiste poco menos del 50% del listado. Y porque solamente una sociedad indolente puede soslayar a los educadores de sus hijos; por un lado, no exigiéndole al gobierno brinde a los maestros un trato justo y digno; y por otro, no exigiendo a los maestros brinden a sus hijos la educación de calidad que merecen. La situación del sistema educativo nacional es sumamente preocupante y nada hace pensar que en 2016 las cosas mejoren.
Y ¿qué pasa con otros aspectos de la vida pública nacional, digamos, la seguridad pública, la Estado de derecho, o la transparencia? También andamos por la calle de la amargura. Pocos son los que han olvidado a aquel que dijo que “sería imperdonable” que Joaquín Guzmán Loera escapara por 2a. ocasión de la justicia mexicana. Pues resulta que, durante 2015, el famoso “Chapo” escapó del penal de máxima seguridad del Altiplano (donde, por cierto, los custodios le referían con el cortesano “Don Joaquín”). En mi opinión, lo imperdonable es que el principal responsable de la seguridad del país y, por supuesto, de la fuga del maleante, siga aún despachando en la Secretaría de Gobernación (Segob), e inclusive mantenga (se dice) aspiraciones presidenciales.
Otra perla que nos deja este año es la siguiente: el señor Arturo Escobar y Vega, integrante de la familia verde y señalado recurrentemente por diversas organizaciones de infringir la Ley, asumió el 9 de septiembre el cargo de subsecretario de Prevención y Participación Ciudadana de la Segob. En sus palabras: “Este premio (…) este nombramiento tiene que ver más bien con una invitación que me hace el Presidente de la República”. ¡Qué bonita familia!
Por razones aún no claras, apenas el pasado noviembre, con menos de tres meses en el cargo, la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales pidió a un juez federal consignar al subsecretario Escobar, por presuntamente cometer delitos electorales mientras fue dirigente del Partido Verde Ecologista de México. Y si bien Escobar anunció que se separaba del cargo, “para no obstaculizar las investigaciones” y aprovechó para rechazar públicamente todas las imputaciones vertidas en su contra, es la hora en que no sabemos si en un futuro no lejano vuelva a retomar la cartera (es decir, el premio) que le otorgó el presidente Peña.
Finalmente, en el campo de la transparencia, 2015 no pone al país en mejores términos. Sólo cabe mencionar (porque de ello se ha escrito y hablado suficiente) los vergonzosos asuntos de la Casa Blanca del presidente de la República y la casa de Malinalco del Secretario de Hacienda. Más que transparencia, señores gobernantes, opacidad, cinismo e impunidad hacen su sello.
Con todas esas “medallas”, ¿vale cuestionar a quien afirme que 2015 es un año para el olvido? Creo que sí. Porque el olvido sólo sirve a ciertos personajes, a quienes resulta cómodo sugerir que, si bien el año que fenece no se cumplieron todos los propósitos del “desarrollo nacional”, 2016 y los años por venir, serán los que marquen la consolidación del país. Entonces, el mensaje es: olvidemos los males padecidos hasta el momento, porque a partir de mañana México será otro, mejor, mucho mejor… ¡ajá!
El que hoy concluye no debe verse como un año para el olvido. Por el contrario, hemos de considerarle un año de recuerdo y presencia obligada en nuestras reflexiones, acciones y reacciones durante los días por venir. No es borrón y cuenta nueva. La experiencia acumulada debe ser el cimiento para la edificación de un México distinto y (es lo deseable) mejor. Es evidente que esa nación pujante y próspera no será posible gracias a los gobernantes de hoy. Puede lograrse (pese a esos gobernantes) mediante la acción organizada de una sociedad reflexiva, informada, con objetivos comunes. Ya no hay para dónde hacerse, o cambiamos o ahí la dejamos.
Fecha de publicación en otros medios: 31 de diciembre 2015
Ver: Plumas Libres
Twitter: @RicSantes